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Versos antófagos

La estética levedad del piso refleja, con distorsión, los robles. Es un carnaval silencioso que mi vista se apodere 
de todas las hojas bordeas, es una tristeza suave que mi piel no sea hecha del viento cuando empuja tallos, 
derrumba frutos o engaña al laberinto arácnido. 
(Marzo 2010)

Mares y palabras

II


Y cómo callejear tu belleza,

tus ojos alcores, tu cabello

el altar donde aguardo tus palabras con las mías,

el licor ovacionado.



Nuestras voces, el espejo

donde nuestros cuerpos

se hunden

vaciando el espacio

que ya no existe entre palabra y palabra.

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-

A Amanda Herrador.


Una hembra fecundada de estigmas

siembra sed con el eco de su paladar.

Desasosegado,

rastreo arando su ausencia.

-



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Si la lluvia fueras toda tú mujer,




abriría la boca meláncolico


al verte sumergir entre las paredes


                                            que no son mi piel,



en las entrepiernas que no cargan tus lisos muslos...


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(A María José ALVARENGA, antes que suspirara)

Contra-vidrios

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Rascuña el albor de su mirada.


De inmediato se sustancia


entre lágrimas intactas,


menguando su sangre insuficiente


y no puedes.


Intoxicándose pasos rayados,


se expelan poemas sudoríparos


y la altura atropellada.







.
Tardé en sentirte. Suspira la suave brisa de la tarde. Conspira. El secreto de la lluvia transita. 

(A propósito)




.


Cuando deje de verla, desapareció. Mi pierna se había vuelto un largo trayecto casi infinito en la búsqueda de la sed de la desesperación. Pausada la brisa en el aire, ella misma se miraba desplomarse como si fuesen mordidas la composición total del momento. De repente la soledad despertó. Los poemas se volvieron sordos para ejecutarse en los múltiples espacios repartidos poco a poco en los otros sentidos; ciegos como peticiones que se solicitan negándose cuando se tienen para uno mismo; anacrónicos como la sombra que envuelve al miedo llenándole de insolación con su piel podrida y cicatrizando el suelo como si mi corazón hubo sido una especie de artefacto pensado para sanar por sí solo.

Nina





.





Sonreía como si hubiese pintado con mis palabras un cuadro al cual le faltó espacio para la tinta. Fumaba contando las piedras, esperando que se acabara el cigarro. Su manera de hablar era como la depresión de la vida. Amo recordar a veces cuando me da la espalda enfrentándome a la herida de luz en su cuello confundida con los cabellos rubios. El miércoles cuando la vea, haré todo lo posible por desnudarme y tocar con todo mi cuerpo sus ojos hermosos, tibios y firmes mientras me devoran por pedazos.



Uno

Pensamiento Número 1.

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Los frutos se comen cuando aún no se han vuelto frutos y el polvo era pensado suave para ser nuestro calzado.

(Luego de cruzar por años las líneas del tren)